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Salud Mental en Mayores

Salud mental en mayores

 

En 2022, la salud mental ha trascendido el ámbito estrictamente médico para ocupar un lugar destacado en la conversación social. Sin embargo, a veces parece que esta conversación se ha simplificado, equiparando el malestar emocional con trastornos y patologías mentales. En otras ocasiones, el foco en la enfermedad aguda y en la infancia y adolescencia ha oscurecido otra parte clave: los trastornos de larga evolución y en las personas mayores. Según Manuel Martín Carrasco, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, "una persona anciana, sola y con una enfermedad mental es el ser más vulnerable del mundo".

Carrasco, también director médico de los Centros de Hermanas Hospitalarias en Navarra y País Vasco, aborda la necesidad de un recambio generacional de los profesionales y una transformación organizativa en la atención de la salud mental.

La pandemia ha puesto en evidencia los trastornos psiquiátricos, a menudo ocultos por el estigma. Carrasco señala que esta situación ha llevado a confundir el malestar emocional natural en situaciones adversas con problemas de salud mental. La pandemia ha aumentado el número de personas con trastornos psiquiátricos debido a la interrupción de tratamientos y a que ha sido un factor de riesgo para el desarrollo de nuevos trastornos. Además, la falta de profesionales, especialmente psiquiatras, se ha hecho más evidente.

La salud mental de la población infantil ha sido un tema recurrente. La creación de la especialidad de Psiquiatría del niño y el adolescente es un avance significativo, pero los primeros profesionales formados no estarán listos hasta 2028. Carrasco destaca la necesidad de más servicios acreditados para impartir esta formación y la importancia de una reorganización de las tareas asistenciales en salud mental.

Sobre la Ley trans, la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental coincide con la Asociación Española de Psiquiatría Infantil en la importancia de no tomar decisiones serias sin una valoración adecuada, especialmente en jóvenes en proceso madurativo, ya que podrían existir trastornos psiquiátricos que afecten a la identidad. La ley podría generar situaciones lamentables, con personas tomando decisiones de las que luego se arrepientan.

En cuanto a la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, Carrasco critica que no se haya considerado como una línea estratégica la atención a los problemas psiquiátricos de las personas mayores, un colectivo en crecimiento debido al envejecimiento poblacional. Propone la creación de un área de capacitación especial en psiquiatría geriátrica y una cartera de servicios específica para este grupo, además de una mayor coordinación con otras especialidades debido a la multimorbilidad asociada a la vejez.

El trastorno mental en los ancianos puede pasar desapercibido y hay una menor derivación a la atención especializada. La depresión en mayores, por ejemplo, suele presentarse como una queja somática en lugar de tristeza. Carrasco sugiere reforzar el papel preventivo de la atención primaria en los trastornos mentales y abordar la prevención en varios ámbitos: laboral, escolar y de atención primaria, incluyendo medidas generales y dirigidas a grupos en riesgo, así como la detección precoz.

El Libro Blanco de la Psiquiatría indica que un 21% de los especialistas se jubilará en los próximos cinco años. Carrasco resalta que no solo es necesario aumentar el número de psiquiatras, sino también reorganizar la asistencia y definir las tareas específicas de cada profesional en salud mental. Aunque la tasa de abandono en psiquiatría es relativamente baja, las condiciones de trabajo no siempre cumplen con las expectativas actuales, y es necesario adaptar los puestos de trabajo para que sean atractivos, incluyendo aspectos formativos.

Carrasco destaca que ha habido grandes progresos en psiquiatría en las últimas décadas en tratamiento, diagnóstico y conocimiento etiológico. Sin embargo, se necesita avanzar en la atención a personas con enfermedades de larga evolución, que requieren medidas especiales y una mejor coordinación con la atención social. Enfocar la atención en estos grupos vulnerables es crucial, ya que una persona anciana, sola y con una enfermedad mental es extremadamente vulnerable y fácil de olvidar.

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