La salud es un concepto multidimensional que abarca no solo la ausencia de enfermedad, sino también el bienestar físico, mental y social de una persona.
Este enfoque holístico reconoce que la salud incluye aspectos emocionales, psicológicos y sociales, además del bienestar físico (World Health Organization, 2020). Este entendimiento integral es crucial al considerar la condición de una persona jubilada.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades" (World Health Organization, 2020). Esta definición subraya la importancia de abordar la salud de manera integral, contemplando tanto los aspectos físicos como los emocionales y sociales.
El bienestar físico se refiere al funcionamiento adecuado del cuerpo y sus sistemas, incluyendo la capacidad de realizar actividades cotidianas sin experimentar fatiga excesiva o dolor. Mantener una buena salud física implica una nutrición adecuada, ejercicio regular, descanso suficiente y la prevención y tratamiento de enfermedades (Huber et al., 2011).
En el caso de los jubilados, la salud física puede verse afectada por años de trabajo arduo, como en la agricultura o la construcción, lo que puede resultar en problemas musculoesqueléticos y otras afecciones crónicas.
El bienestar mental implica la capacidad de gestionar el estrés, mantener relaciones positivas y recuperarse de las adversidades. Incluye la salud emocional, psicológica y social. Una buena salud mental es fundamental para la calidad de vida y el bienestar general (Keyes, 2007).
La transición a la jubilación puede ser un periodo estresante que impacte la salud mental, especialmente si la persona no se siente preparada para el cambio.
El bienestar social se refiere a la capacidad de las personas para formar y mantener relaciones satisfactorias, así como para adaptarse a diversas situaciones sociales.
La inclusión y el apoyo social son componentes esenciales del bienestar social (Berkman et al., 2000). Para los jubilados, mantener una red de apoyo social puede ser crucial para una transición exitosa y para evitar el aislamiento social, que puede tener efectos adversos sobre la salud (Antonucci et al., 2014).
Recientemente, se ha enfatizado la importancia de un enfoque integral de la salud que incluye factores como la capacidad de adaptación y resiliencia frente a los desafíos de la vida, el mantenimiento de relaciones saludables, la gestión del estrés y la participación en actividades significativas (Huber et al., 2011). La capacidad de una persona para adaptarse y autogestionarse en un entorno cambiante es ahora vista como un componente clave de la salud.
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