Hola! Mando un escrito: AMOR Y MIEDO, aquí y adjunto. Saludos!
El amor es
como el motor de la persona, y de sus pasiones básicas: “todas las
pasiones son causadas por el amor, pues el amor, ansiando poseer el objeto
amado, es el deseo; mas poseyéndolo y disfrutando de él es la alegría”. Ese
amor se desglosa en dos tipos de fuerzas: en cuanto a la fortaleza (la pasión
“irascible”), con sus actos que son defender lo que uno quiere conservar y acometer
los proyectos; y en cuanto al deseo (se la llama pasión “concupiscible”). Hay
un querer aquello que se ama, y esto genera las cuatro pasiones básicas que nos
mueven, según si el objeto de amor está presente o ausente: si no tengo aún lo
que amo, tengo “deseo”, si ya tengo lo que amo, se llama “gozo”; si en cambio puede
venir un mal, aparece el miedo, y si ha venido algo malo, tenemos “tristeza-dolor”.
¿Y cuál es
el lugar el odio? No lo necesitamos, no está entre las pasiones básicas, el
odio es más bien un sentimiento tóxico, dañino, superfluo, que hace perder
energías y la misma vida… como el cáncer, que no beneficia a la salud, y mejor
que no aparezca…
De manera
que lo que es contrario al amor no es el odio sino el miedo. El miedo es la
imperfección del amor: “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa
fuera el temor, porque el temor conlleva castigo, y el que tiene miedo no es
perfecto en el amor” (1 Jn 4,18). No podemos temer lo que amamos.
Lo natural
es el amor, y el miedo es el ego que quiere controlar (pues el ego quiere
poseer todo, manipular y controlar), tiene que ver con la posesión más que con
la donación. Si hay amor, no hay miedo de nada, de nadie.
El ego
tiene un sistema de creencias y busca acomodar todo a lo que yo deseo, así
trata de forzar a los demás, juzgarlos, y cambiar sus sentimientos. Pero los
sentimientos no hay que reprimirlos, sino aceptarlos, educarlos… y entonces
mejoran. Una historia de los Ishayas lo ilustra: los monjes eran atacados de
cuando en cuando por hordas de demonios cuando estaban en profunda meditación.
No importaba cuan duro trabajasen para liberase de ellos, no había escapatoria.
Fue sólo cuando dejaron de juzgarlos como malvados que desaparecieron o se
transformaron en ninfas celestiales o ángeles. Las dificultades venían por la
etiqueta equivocada que ponían a aquello.
La
conciencia crece cuando aprendemos que sólo yo mismo puedo hacerme daño, los
demás no. Así dejamos de perder energía luchando, reprimiendo... y podemos
aprovechar esa fuerza para cosas asertivas.
Esto tiene
muchas consecuencias prácticas: el amor echa fuera el miedo a la enfermedad,
pues si la vida es importante, no es más que un aprender a amar, y pues Dios es
mi padre todo lo que pase será para bien, lo mejor está siempre por llegar. Tampoco
hay soledad, pues aprenderé a valorar a los amigos, que son lo mejor de la
vida. Tampoco tendré miedo a la escasez, pues la pobreza no es mala (nos hace
más creativos) y mis necesidades diarias serán satisfechas… Y así podemos hacer
con todo lo demás (amistades, ambiente social, trabajo, salir de la zona de
confort y hacer cambios…).
En resumen,
el miedo es lo contrario del Amor; el enemigo supremo de la humanidad. Pero el
miedo no existe: no es más que la ausencia de Amor. El miedo puede atormentar,
pero el Amor perfecto acaba con el miedo.
Llucià Pou
Sabaté
Comentarios
Publicar un comentario