Si ya de por sí
el ejercicio físico es útil en cualquier edad por los beneficios que ello
comporta para la salud física y psíquica del ser humano, en esta enfermedad es
indispensable
Los ejercicios
pueden ayudar a la persona a mantenerse
calma, a dormir mejor, y a conservar sus habilidades motoras. Aún en las etapas
finales de esta enfermedad hay que animar y ayudar a las personas a caminar.
Esto prevendrá problemas innecesarios de salud
1ª Fase.- En la primera etapa de esta enfermedad en
que la movilización es autónoma, son ejercicios recomendables: montar en
bicicleta, jugar a la petanca, nadar o simplemente caminar alrededor de dos
horas por la mañana y dos horas por la tarde, de una forma relajada, sin
prisas, evitando grandes esfuerzos, aprovechando para reconocer lo que está
viendo o lo que está haciendo, comunicarse con otras personas, cruzar la calle,
describir el entorno, contar los objetos que se va encontrando, cantar a la vez
que anda
El paciente
debe ir siempre acompañado, llevar una ropa adecuada, cómoda y sobre todo unos
buenos zapatos que no le opriman y le permitan moverse con toda libertad
2ª Fase.- En la segunda etapa de la enfermedad,
cuando su equilibrio y coordinación empieza a fallar, el control sobre su
actividad física deberá ser mas estrecho. Deberemos ir reduciendo las salidas
externas e ir realizando ejercicios en el Centro Residencial tales como
gimnasia, bicicletas estáticas, masajes, vestirse y desvestirse, jugar con
muñecos para vestirlos, juegos didácticos. Mas adelante, cuando la deambulación
puede ser peligrosa se deberá efectuar con la ayuda de una o dos personas para
evitar caídas
Para cualquier
ejercicio hay que ir explicándole siempre al paciente lo que está haciendo, por
ejemplo, ahora vamos a estirar el brazo, lo subimos hasta el cielo y miramos
los dedos…Siempre debemos hablarle y tratarlo con dulzura, de no ser así
podemos trasmitirle ansiedad y hostilidad
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